IX. Estrategia de una campaña
«Hay que parar a Kennedy» Kennedy, acompañado de Jacqueline, agradece lasfelicitaciones recibidas a raíz de su elección a la presidencia, en la noche del 8 de noviembre de 1960. Los rivales, que descansaban en sus viejos laureles, tardaron en darse cuenta, por comodidad o confianza en sí mismos, de los extraordinarios recursos de energía que era capaz de desarrollar un hombre a quien sus adversarios acusaban de «enfermizo y medio moribundo». La consigna de pararle no tardó en circular entre los que se consideraban favoritos a la candidatura demócrata. Pero ya era tarde. La poderosa máquina organizada se había puesto en marcha. El impetuoso y agresivo Robert Kennedy tomó la dirección de la campaña movilizando a toda la familia en uno de los mayores alardes de dinamismo conocidos. Las sofisticadas y vivaces hermanas, los inteligentes cuñados, la madre, el padre y Tedd concurrieron a la batalla plenamente convencidos de obtener la victoria. Por otra parte, el famoso «trust de cerebros» fue ampliado con valiosos elementos y especialistas en campañas electorales.
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