La Regenta:XXI
La Regenta - Capítulo XXI de Leopoldo Alas Ana leyó en su lecho, a escondidas de don Víctor, los cuarenta capítulos de la Vida de Santa Teresa escrita por ella misma. Fue en aquella convalecencia larga, llena de sobresaltos, de pasmos y crisis nerviosas. Don Víctor, a quien los remordimientos, durante la recaída de su mujer, habían hecho jurar que hasta verla salva, sana, jamás se apartaría de ella, faltó al juramento en cuanto la creyó fuera de peligro. Un día se aventuró a dar una vuelta por el Casino; después iba a ver los periódicos: más adelante jugaba una partida de ajedrez, y «ya se sabe lo pesado que es este juego». Al fin, sin dar pretexto alguno, estaba fuera toda la tarde. La casa se le caía encima. «Empezaba el calor -porque don Víctor, en cuestión de temperatura, se regía por el calendario- y ya se sabía que él no podía trabajar en su despacho en cuanto el sudor le molestaba; necesitaba el aire libre; mucho paseo, mucha naturaleza». La...
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