DESPUÉS de los procesos de 1875, y pese a que Engels afirma que «La Internacional no ha movido un dedo para provocar la Comuna», no sólo corresponde señalar la influencia intelectual de Marx en ese movimiento, sino —a la vez— la acusación que se le hizo al marxismo en tanto posible «responsable» del estallido popular de París. Paradójicamente, Marx logra una audiencia como no había tenido hasta entonces, por las calumnias que se multiplicaban en torno a su nombre. Desde los sectores (y, en especial, la prensa) reaccionarios se exagera el poder de Marx y las «perversas intenciones» de la Internacional. Cualquier argumento que contribuya a convertirlo en un espantajo (al que atribuirle responsabilidades y proyectos siniestros) parecía legítimo. Todo argumento que produjera miedo y, por sentido contrario, sirviese para justificar el orden existente, era válido. Ese tono apocalíptico, permanentemente lo designa como «el gran jefe», «el presidente en jefe», «la...