NEWTON, a sus cincuenta y tres años, se ha instalado en Londres con adecuada posición, buenos emolumentos y un cargo responsable en la vida política inglesa. Desde ahí va a rendir importantes tributos a una causa muy distinta: la causa del progreso financiero. En la Casa de la Moneda va a transcurrir su vida hasta el día de su muerte. Luchar contra la especulación, contra los falsificadores de moneda, determinar exactamente el valor de ellas. Newton se va a ver privado de hermosas horas para dedicarse a las actividades científicas, pero no va a desestimar sus ratos libres para la resolución de todo tipo de problemas que lleguen a sus manos. Con su colocación en la Casa de la Moneda, la ciencia echará de menos las contribuciones intensísimas que un hombre como Newton aportara, aunque ello no suponga que haya dejado sus cátedras de matemáticas de Cambridge en el Trinity y en el King's College. Aún queda tiempo para que la publicación de todos sus tratados salga a la...